Esta puerta de aspecto mágico lleva grabado sobre la piel el relato de su historia. En ella se probaban al rojo vivo los hierros de marcar que se forjaban en el interior del edificio al que da acceso: la Fragua de Espinilla.
La fragua es un elemento que identificamos sin problema, pues se ve desde la carretera CA-183 al llegar al núcleo de Espinilla, junto a la rotonda del cruce principal. Aunque nunca utilizó la fuerza del agua, se encuentra muy próxima al cauce del río Híjar, afluente del Ebro.
Hoy en día el edificio lo ocupa un centro de artesanía. Su amable propietaria, Casilda, es nieta del fundador de la fragua, en la que también trabajó su padre. Ella ha querido conservar el taller en el que su familia volcó su esfuerzo, tal y como su padre lo dejó: la mecánica y las herramientas se encuentran intactas en el lugar que siempre ocuparon, y ella no tiene inconveniente en enseñarlas, orgullosa.
Exterior de la fragua de Espinilla
Taller: a la derecha, el horno y el fuelle
Taller: maquinaria
Taller: a la derecha, el horno y el fuelle
Taller: maquinaria
La fragua estuvo funcionando desde aproximadamente 1860-70 hasta el año 1966. Aquí se elaboraron, por ejemplo, los bancos de la iglesia de Reinosa y las verjas de la casona de Naveda, e infinidad de hierros de marcar, como atestiguan las cicatrices de la puerta. Casilda ha reconvertido el negocio familiar, pero ha sabido conservar la esencia de este edificio, al que se encuentra emocionalmente muy unida. Desde aquí queremos agradecerle su tiempo y la amabilidad que nos mostró cuando la visitamos.
Hoy, como siempre que paso por allí he parado a darle un beso a mi amiga Casilda. Me ha recibido su hermana y me ha dicho que Casilda murió el pasado Enero. Qué tristeza me he llevado!! Qué magnífica mujer nos deja!! Hasta siempre Casilda😘
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